martes, 29 de julio de 2025

En lo absoluto.


“Yo no entendía nada, pero me quedó algo parecido
a la sensibilidad hacia un color determinado”
A. B.


Ella me cuenta que vivió casi quince años en una casa que tenía vidrios de colores. Nada de vitrales, ni diseños exclusivos ni nada parecido, sino más bien tonos rojizos y otros cercanos al sepia, debidos a la mala calidad de los vidrios.

-Unos tíos construyeron la casa, ellos trabajaban en construcción y se llevaban materiales sobrantes o algunos con rebaja –me cuenta.

En esa casa, por cierto, vivió durante su época escolar, cuidada por sus abuelos, hasta que uno de ellos murió y ella decidió entrar a trabajar en una ciudad cercana, y arrendar una casa pequeña junto a un grupo de amigas.

-Recién entonces me di cuenta lo distinto que era vivir en una casa con ventanas transparentes –me dijo-. Me resultaba extraño. Molesto, incluso. No lo entendí de inmediato, pero poco a poco comencé a darme cuenta que era eso lo que me incomodaba… La sensación de que dentro de la casa todo se veía igual que afuera… con la misma luz… Era la primera vez que sentía que vivir en una casa era algo absurdo, incluso artificial… Una especie de caja simplemente para crear la ilusión de un adentro distinto a un afuera…

Debo reconocer que me costó entenderla, cuando hablamos.

Aunque claro, tampoco es que me haya esforzado mucho.

De hecho, la escuché por obligación, mayormente, mientras esperábamos a un grupo de amigos en común.

Luego de esa charla, de hecho, no volví a hablar con ella y no recordé sus palabras hasta que supe lo que le ocurrió, hace unos días.

Y sí, debo reconocer que aquello también fue extraño, pero no me sorprendió.

Y es que sentí, entonces, que podía verla a través de un filtro, que me permitía comprender mejor sus decisiones.

-No nos vas a decir lo que sabes –me preguntaron entonces.

-No –contesté-. En lo absoluto.

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