viernes, 13 de junio de 2025

A veces soy un genio, me dijo.


A veces soy un genio, me dijo. Ayer mismo, por ejemplo, y hasta puede que hoy. Es probable que ayer, en todo caso, lo que pensaba brillase un poco más. Más que hoy, quiero decir. Como si manchase con luz cualquier palabra que pasara por mí y luego no pudiese ya apagarse. Sí… sin esfuerzo, brillaba. Entonces, mientras pensaba, descubrí a una mujer, tejiendo. Frente a mí, estaba, pero igualmente la descubrí. Digo esto pues observé el movimiento de sus manos, los palillos, la lana… y entonces descubrí que ella era una metáfora. O sea, era una mujer tejiendo, sin duda, pero también una metáfora. Observé un poco más. Me acerqué a ella mientras mi mente (de genio) trabajaba. Esperé unos segundos y le hablé. Con voz firme pero al mismo tiempo con cuidado, para no encandilarla. “¿Por qué tejer y destejer?”, le dije. Ella me miró, intrigada. Yo seguí brindándole mis palabras: “Cosa mejor es no tejer y punto”, agregué. “Mejor es ahorrar fuerzas, energía. Declararse muerto hasta que la vida llegue”. Iba a seguir, pero ella cesó de tejer. Pensé que había comprendido y me alegré. Por ella, me alegré. Luego, sus palabras derribaron mi alegría: “No destejo”, me dijo. “No moleste”. Volví a observarla. Pensé en insistir, pero concluí que ya era tarde para ella. Pobre, pensé. Seguirá viviendo sin saber que existe también como metáfora.

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