Está sentado al interior del auto. Frente al
volante. Aún no lo enciende, ni siquiera da el contacto. No sé qué espera,
estando ahí, mirando hacia adelante. Que el mundo sea el que se mueva, tal vez,
en vez del auto. Cosas que no ocurren, es lo que espera. Si incluso en la
playa, cuando una ola te traspasa, luego retrocede. Solo te hundes, en la arena,
cuando esto ocurre. Sin mayor peligro, por supuesto, pero eso es lo que sucede.
Y vaya uno a saber qué pasaría si hacemos eso por más tiempo. Casi todo es
cuestión de tiempo, después de todo. De hecho, el mundo no se mueve, sin
nosotros, porque no le damos tiempo. Eso pienso mientras termino de enfocar y tomo
la fotografía. Hombre al interior de un auto, anoto, y señalo también el tiempo en
que esto ocurre. Espero, de hecho, a que ese tiempo termine, y eso desespera un
poco. Desespera porque si pasa más tiempo deberé enfocarme en mi mismo.
Cuestionar mis acciones, me refiero. Iniciar una serie de preguntas que no
tienen, en el fondo, una respuesta adecuada: ¿Me quedo aquí? ¿Fotografío de
nuevo? ¿Qué cosa es lo que yo espero? A esas preguntas, me refiero. En tanto, el
hombre sigue sentado al interior del auto. Frente al volante. Contaré hasta veinte
y volveré a fotografiar. Eso es lo que decido. No sé cual será, sin embargo, mi
siguiente acción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario